Podríamos definirla sintéticamente como: la aptitud de la conciencia que permite observar los fenómenos internos y externos.
La Atención en lo cotidiano:
A diario realizamos una serie de actividades un tanto mecánicas (Acostarnos, levantarnos, cepillarnos los dientes, etc.) actividades, que no requieren de atención.
En cambio, hay otras que si requieren de cierta atención y que si no estamos atentos algo puede salirnos mal, inclusive estamos expuestos a accidentes, si es que la actividad que estamos realizando es de cierto riesgo.
Muchas veces nos sorprendemos nosotros mismos de los largos “divagues” en los que estamos inmersos. No es común “sentirse” caminando por la calle. En general estamos “metidos en las vidrieras o viendo la gente que pasa, en lo que quiero comprar o distraído con otros estímulos, pero ausente de la propia presencia. Todos estos casos y muchos más tienen que ver con la falta de atención en lo cotidiano.
Bien, uno podría preguntarse, ¿para que sirve atender?
Veamos: Si uno vive sin el registro de “estar donde estoy” la “sensación de vivir”, es reemplazada por la “sensación de transcurrir”.
Desde nuestro nacimiento, fuimos respirando de nuestro entorno familiar y social, una atmósfera cargada de contenidos. Contenidos que no hemos elegido y que en buena parte son estímulos que se han “metido” en nuestra conciencia, sin que ésta lo advierta, sin haber pasado por el filtro de la atención y carentes de autocrítica alguna.
Extraído de :
Seminario de la atencion en la vida cotidiana.
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